miércoles, 19 de mayo de 2010

Mitos y Leyendas

En la congregación de Zilacatipán, municipio de Huayacocotla, en las noches despejadas, se ve hacia la congregación de Tenango, un gran cañón que divide ambas comunidades. Ahí, una vez sentado con un señor muy respetable, muy grande y gentil que se llamaba Miguel Monroy, quien posteriormente se hizo mi compadre, me dijo:

- Oye compadre, quiero enseñarte una cosa.

- ¿De qué se trata compadre?

- Mira ven, vamos a sentarnos aquí.

- ¿Y qué?

- Tú ponte a ver hacia allá. Mira, observa hacia allá, está la noche preciosa.

- No se ve nada, compadre.

- Yo te voy a decir.

Estábamos sentados y apareció una luz allá en el fondo.

- ¡Ah, caray! ¿Y eso qué es?

- No, espérate.

Al ratito apareció otra luz y poco después otra, hasta que se completaron cuatro. Se cambiaban entre sí de un lugar a otro. Me sorprendí y luego me informé con otras gentes que lo que brillaba era madera vieja que se prende de noche; otros decían que eran aves nocturnas, pero a ciencia cierta nunca hemos sabido que, pero se sigue viendo.

Un día acompañé a unos abogados que iban a comprar rancho y les platiqué de este detalle.

- ¡Ah, eso no es posible!

- ¿Tienen tiempo? Vamos a quedarnos para que vean.

- Sí, sí tenemos tiempo y nos quedamos a verlo.

- Pues miren, es allá. Donde esta Tenango, allá se ven sus casitas y abajo del caserío está el bosque. Ahí van a ver lo que les comenté.

Una vez que se sentaron conmigo a ver lo que les había dicho, los desafíe:

- ¿Cierto o no es cierto?

- ¿Qué es?

- ¡Quién sabe!

Al igual que todos aquellos que han visto las luces, se quedaron sorprendidos, sin tener una explicación que dar, entonces les comenté que la gente decía que se trataba de madera vieja que se prende, y es que por acá tenemos dos tipos de madera que brillan cuando viejas: el pino y el aile.

Lo que sea es algo que sigue viéndose y todavía nadie sabe darle respuesta correcta; talvez algún día se llegue a saber el origen de este interesante fenómeno nocturno.

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