miércoles, 19 de mayo de 2010

Los Nahuales

LOS NAHUALES

Un hombre se casó como se casan todos los hombres del mundo: enamorado. El inicio de su vida marital no fue diferente al de los demás. Él pensaba que la monotonía en la comida era debido a la inexperiencia de la novia. Pero comer moronga todos los días es algo que aburre hasta al más romántico y dedicado esposo. Este platillo lo comía frito, en tacos, en mole, hervido, sazonado, con hierbas. Era tal la cantidad y la continuidad del alimento aunado a una pesadez y cansancio en las noches, en contraste con la evidente somnolencia de su mujer en el día, que una sospecha tomó forma en su cabeza. Al caer la tarde su mujer le daba un té para la buena digestión, según decía. Dejó de tomarlo. Tirándolo en una maceta pudo descubrir que por las noches su esposa se levantaba a hurtadillas para salir de la casa. Empezó a afirmar su sospecha: su esposa era bruja. Una noche, decidió seguirla. Fingió dormir profundamente debido a la poción. Ella se levantó sigilosa, se vistió y salió de casa para encontrarse con sus compañeros brujos. Se internaron en el monte, bromeando pensándose solos. El esposo los perseguía a prudente distancia. Llegaron a un sitio que de seguro habían visitado antes. El sorprendido hombre vio cómo se transformaron en animales. Se quitaron las cabezas disponiéndolas en fila y se fueron a molestar gente y a quitarles la sangre. Descubrió cómo conseguía el menú que cotidianamente estaba servido en su mesa. Aprovechó para cambiar la cabeza de su esposa por la de un hombre barbado y se fue a dormir. Al amanecer regresaron los hechiceros se pusieron sus cabezas a tientas, con prisa. Ante la llegada del sol se fueron corriendo. A la mañana siguiente, el esposo la despertó con un espejo en la mano, le pidió verse, cuando lo hizo, miró la cara de su compañero de correrías y sintió vergüenza. Trató de hablar con su marido pero al resonar la voz grave de un hombre que trata de dar explicaciones con artilugios femeninos fue tal la conmoción que murió repentinamente. Ahora el muchacho es viudo y espera casarse pronto con otra mujer. Aunque hay veces en que extraña el guisado de moronga. Nadie como su difunta para prepararla.

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